La vida es real, incontrolable, inabarcable y compleja. A menudo resulta ininteligible: Aparecen y desaparecen las alegrías y las penas, los éxitos y los fracasos, las risas y las lágrimas, las “gracias” y las desgracias. Y como parte de la vida, en su etapa final aparece la muerte. Puede ocurrir a cualquier edad, de forma súbita o después de una larga enfermedad.
El duelo viene del latín y significa dolor por la pérdida de algo o de alguien, se manifiesta con reacciones emocionales que siguen a un desapego y se produce ese duelo.
El luto significa llorar, es el duelo por la muerte de una persona querida, se manifiesta con signos visibles, comportamientos, rituales…
La diferencia de duelo del luto y otras pérdidas es la intensidad de los sentimientos y la definitivo de de la pérdida, en el luto es definitivo.
La finalidad del duelo es un proceso necesario para re configurar el vínculo roto y para poder aceptar la realidad del cambio.
Cuando elaboramos el duelo nos ponemos en contacto con el vacío de la pérdida, soporta el sufrimiento que supone y la frustración de esa ausencia…porque cuando esos vínculos se rompen se produce una frustración que nos lleva a una rabia y una tristeza y el grado de dolor depende de la manera en que lo soportemos cada uno y del tipo de pérdida.
Las reacciones frente al duelo pueden ser:
– Físicas: dolores de cabeza, corporales, insomnio, inapetencia, anecdótica, episodios de pánico, inquietud.
– Emocionales: aturdimiento, pánico, rabia, culpa, miedo, tristeza, alivio.
– Mentales: falta de concentración, pérdida de capacidad para generar objetivos, habilidades, búsqueda de la persona querida.
– Sociales: aislamiento, sensación de no pertenencia, resentimiento hacia otros, elaboración de una nueva identidad.
– Espirituales: renegar o ir en contra de una fe o una religión.
Hay distintos tipos de fallecimiento y de reacciones dependiendo del tipo de muerte.
Dependiendo del tipo de muerte y de nuestras estrategias y del vínculo con la persona vamos a hacer un tipo de duelo u otro el tiempo del que pase no es claro, depende del tipo de muerte y del vínculo.
Tipos de duelo que requieren la ayuda profesional:
– Anticipatorio: en caso de muertes anunciadas
– Retardado: en aquellas personas que «se controlan», «no tienen tiempo de ocuparse de sí mismas» o escapan al dolor y a la realidad de la muerte del ser querido mediante una «hiperactividad». Durante meses o incluso años, cualquier recuerdo o imagen, desencadena el duelo no resuelto.
– Crónico: que arrastra el doliente durante años, absorbido por los recuerdos, incapaz de reincorporarse a la vida normal.
– Patológico: caracterizado por un agotamiento nervioso, síntomas hipocondríacos, identificación con el fallecido o dependencia de los fármacos o el alcohol.
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