El estrés es una parte esencial de nuestras vidas, en mayor o menor medida todos experimentamos estrés en algún momento. Es el resultado de la interacción entre nosotros y el ambiente.
Podemos definirlo como la respuesta fisiológica y psicológica que desarrolla una persona antes cualquier cambio en su entorno para adaptarse a él. En principio es natural y saludable ya que nos ayuda a activarnos. En este caso es un estrés “positivo”.
El problema viene cuando esta “activación” dura demasiado tiempo, convirtiéndose en un estrés “negativo”.
A pesar de los que podamos creer, las situaciones positivas también pueden generarnos estrés. ¿O quién no se ha estresado alguna vez organizando una fiesta importante o planificando unas vacaciones? Por lo general, existen unas características básicas del entorno que provocan estrés: cambios o novedades, falta de predictibilidad, incertidumbre, sensación de descontrol o amenaza.
Pero muchas veces, el problema es el estrés autoinducido, es decir el producido por nosotros mismos y no tanto por el entorno. Cuando nos exigimos metas inalcanzables hay que reconsiderarse el planteamiento de nuestros objetivos. Acudir a la consulta de un profesional puede ayudarnos a modular esa auto persecución y reconsiderar hacia dónde nos queremos dirigir.
Consejos para reducir el estrés
- Acepta que hay cosas que no puede cambiar.
- Evita las situaciones estresantes, siempre que sea posible.
- Haz ejercicio, al menos unos 30 minutos al día.
- Intenta desarrollar una actitud más positiva ante los desafíos.
- Haz actividades con las que disfrutes.
- Encuentra nuevas formas de relajarte: meditación, yoga, taichí…
- Duerme el tiempo suficiente para tener más energía.
- Apuesta por hábitos de vida saludable, con una dieta sana.
Si en estos momentos no eres capaz de manejar el estrés por ti mismo, es recomendable acudir a un centro de psicoterapia. Un terapeuta puede ayudarte a encontrar otras maneras de lidiar con el estrés. Según la causa, también es posible que te ayude unirte a un grupo de apoyo.