Poner límites es un acto de amor propio. Aunque muchas veces se percibe como algo negativo o egoísta, en realidad es una forma sana de cuidar de ti mismo y de tus vínculos con los demás.
En nuestro centro de psicoterapia en Madrid lo vemos a diario: muchas personas llegan a consulta agotadas emocionalmente, sin saber cómo decir «no», sintiéndose responsables de todo y todos… simplemente por no haber aprendido a poner límites.
¿Qué significa poner límites?
Poner límites no es rechazar o castigar al otro. Es decir con claridad lo que necesitas, lo que no estás dispuesto a tolerar y hasta dónde puedes o quieres llegar. Es un acto de honestidad contigo y con los demás. Cuando no sabemos poner límites, es fácil caer en relaciones desequilibradas, donde nuestras necesidades quedan siempre en segundo plano.
Al contrario de lo que se cree, poner límites fortalece las relaciones. Porque cuando una relación tiene límites claros, hay respeto, hay espacio para el cuidado mutuo y para el crecimiento individual.
¿Por qué cuesta tanto poner límites?
Desde pequeños nos enseñan a complacer, a no molestar, a ser «buenos» o «buenas». Esto, con el tiempo, puede hacer que asociemos poner límites con ser conflictivos, egoístas o poco empáticos. Muchas veces, el miedo al rechazo, a la culpa o al abandono nos lleva a callar lo que realmente sentimos.
También influye cómo aprendimos a relacionarnos: si creciste en un entorno donde no se respetaban tus emociones o tus decisiones, es probable que hoy te cueste poner límites sin sentir que estás haciendo algo mal.
Señales de que necesitas empezar a poner límites
- Te sientes agotado o agotada después de estar con ciertas personas.
- Dices «sí» cuando en realidad quieres decir «no».
- Te cuesta expresar tus necesidades por miedo a incomodar.
- Te sientes culpable cuando priorizas tu bienestar.
- Te responsabilizas por los problemas o emociones de los demás.
Si te identificas con varias de estas señales, es muy probable que necesites comenzar a trabajar en cómo poner límites de forma clara y saludable.
¿Cómo empezar a poner límites?
- Reconoce lo que necesitas: No puedes poner límites si no sabes qué necesitas proteger. Pregúntate: ¿qué me hace sentir incómodo o incómoda? ¿Qué estoy tolerando que ya no quiero tolerar?
- Comunica con claridad y sin culpa: Puedes ser firme y a la vez amable. Por ejemplo: “Hoy no puedo ayudarte con esto, necesito descansar”. No necesitas justificarte en exceso para poner límites.
- Sostén tu decisión: A veces, cuando empezamos a poner límites, las personas a nuestro alrededor reaccionan con sorpresa o resistencia. Es normal. Mantener tu postura con respeto es parte del proceso.
- No te castigues por priorizarte: Poner límites no te hace mala persona. Al contrario, te permite cuidar tu energía para poder estar realmente presente con quienes amas.
- Practica poco a poco: No tienes que hacerlo todo de golpe. Comienza por pequeños límites, con personas de confianza, y ve ganando seguridad.

Cómo poner límites en el trabajo
El entorno laboral es uno de los espacios donde más nos cuesta poner límites, por miedo a perder el empleo, a parecer poco comprometidos o a generar conflicto.
Algunas formas saludables de poner límites en el trabajo son:
- Establecer horarios claros: No responder correos fuera del horario laboral o no aceptar reuniones en tu tiempo de descanso.
- Delegar tareas que no te corresponden: Puedes decir, por ejemplo: “Me encantaría ayudarte, pero esto no está dentro de mis funciones y ahora mismo tengo otras prioridades”.
- Cuidar tu espacio emocional: No tienes por qué soportar faltas de respeto, gritos o dinámicas tóxicas. Poner límites también puede ser pedir que te hablen con respeto.
- Aprender a decir “no” sin culpa: A veces es más sano rechazar una tarea extra que asumirla y terminar sobrepasado.
Cómo poner límites en la pareja
En la pareja, muchas veces confundimos amor con fusión total, y perdemos de vista nuestra individualidad. Poner límites en la pareja es esencial para construir una relación sana.
Puedes empezar por:
- Respetar tu tiempo personal: No todo se tiene que hacer juntos. Tienes derecho a tus hobbies, amistades y espacios individuales.
- Expresar con claridad lo que te incomoda: Por ejemplo: “No me siento bien cuando haces bromas sobre mí delante de otros. Me gustaría que lo hablaras conmigo en privado”.
- Definir lo que no estás dispuesto a permitir: Como los celos excesivos, el control o el chantaje emocional.
- Negociar sin ceder lo esencial: En una relación saludable, ambos pueden ceder en cosas pequeñas, pero nunca a costa de su bienestar o valores.
Cómo poner límites con los amigos
Incluso en amistades duraderas, es importante aprender a poner límites. De lo contrario, puede aparecer el resentimiento, la sobrecarga o el agotamiento emocional.
Algunas ideas para poner límites con amigos:
- Evitar ser siempre la persona disponible: Puedes decir: “Hoy no puedo quedar, necesito descansar, pero me encantaría vernos otro día”.
- Cuidar tu energía emocional: Si un amigo constantemente se queja o te descarga sus problemas, puedes decir: “Me importas mucho, pero hoy no tengo energía para escuchar esto. ¿Hablamos otro día?”
- Decidir hasta dónde quieres involucrarte: Estar para alguien no significa resolverle la vida. Puedes estar presente sin asumir cargas que no te corresponden.
- Marcar distancia si hay comportamientos que te hieren: Incluso con afecto, puedes decir “esto no me hace bien” y tomar espacio.
Poner límites también es autocuidado
Cuando aprendes a poner límites, te das permiso para ser tú, para cuidar tu salud mental, para elegir en qué y con quién quieres invertir tu tiempo y energía. Y eso, a largo plazo, transforma la forma en que te relacionas con el mundo.
En La Sal Psicoterapia, acompañamos a muchas personas en este proceso. A veces, poner límites puede generar dudas, miedos o sentimientos contradictorios. Por eso, contar con el apoyo de una psicóloga puede marcar una gran diferencia. La terapia online te ofrece un espacio seguro y sin juicios donde explorar tus emociones y aprender herramientas concretas para poner límites desde el amor propio y la claridad.



