La práctica de la psicoterapia Gestalt
Durante la institución psicoanalítica clásica se trabajaba con diagnóstico tipo médico y tratamientos largos. El terapeuta era la autoridad que adelantaba el problema, las causas, el tratamiento y el resultado deseado. Si con las interpretaciones no se lograba una comprensión, se decía que el paciente se estaba resistiendo, había poco espacio para la espontaneidad, diversidad, elección, diálogo y surgimiento.
La actitud humanista existencial es tratar a las personas totales, ya que esta totalidad emerge en el encuentro persona-a-persona. Carl Rogers fue el que mejor explicó la naturaleza de la relación terapéutica; vínculo empático con un terapeuta presente como persona y que muestra una consideración positiva incondicional, calidez y congruencia.
En el movimiento humanista había una marcada antipatía por el modelo clásico psicoanalítico y médico por poner a las personas en categorías y reducirlas a entidades enfermas.
En la Terapia Gestalt la relación entre paciente y terapeuta es horizontal más que vertical, paciente y terapeuta trabajan juntos como iguales.
El tratamiento fenomenológico de Rogers y la terapia gestáltica fue una desviación radical de la fórmula clásica que sostenía que el tratamiento equivalía a interpretación y era función de diagnóstico y teoría. En psicoterapia no se toleraba bien la espontaneidad, la creatividad y el arte.
La nueva actitud se llamó movimiento del potencial humano. El crecimiento emergía del enfoque fenomenológico y del contacto dialogal y empático con el paciente.
La terapia gestáltica es una relación basada en la transferencia e interpretación. Se trabaja con el contacto, es la primera realidad. Aceptar a las personas como son, confirmando su potencial para el crecimiento. Se respeta y se acepta el darse cuenta.
“La creatividad y el amor son parte necesaria y esencial en una terapia gestáltica eficaz”
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