Mitología y uso de metáforas en psicología. Prejuicio y determinismo de los mitos. El mito de narciso y la necesidad básica de los otros.

“Una alteración metabólica es con frecuencia más fácil de corregir que un prejuicio”
Cyrulnik (1)

Resumen:

En este trabajo subrayamos la necesidad y fascinación del ser humano por los relatos, el arcaísmo de los mitos y la importante carga simbólica que estos entrañan, así como el determinismo fatalista en las interpretaciones vigentes de estos en psicología, hasta hoy, revisando las concernientes al mito de Edipo y de Narciso. Se pone en consideración una interpretación propia para la interpretación del mito de Narciso en psicología, a la luz de los conocimientos y aportaciones del actual psicoanálisis relacional: necesitamos dos espejos para constituirnos, la negación de la mirada crítica, y en definitiva, de la existencia de los demás, aboca al denominado trastorno narcisista de la personalidad. La psicología contemporánea relacional, rechaza y niega la falsedad del determinismo fatalista originario de los mitos, subrayando que una infancia o un pasado no determinan un destino, pues este puede ser modificado mediante la intervención de encuentros con personas significantes a lo largo de nuestra existencia, constituyendo esto último la esencia y justificación de la psicoterapia.

1.Los mitos en la historia. Mitología.

La mitología sobre todo la de Grecia y Roma, engloba las mejores historias o leyendas de nuestra cultura occidental. Los mitos son relatos fascinantes de aventuras de amor o trágicas, pero siempre con una rica carga simbólica que se presta a múltiples interpretaciones en psicología.

Estos relatos mitológicos nos hablan de los eternos conflictos de la condición humana, recurriendo a figuras emblemáticas de dioses, héroes, ninfas, sátiros y mortales, entre otros personajes simbólicos. López Galán, (2).

Sanfeliu, en “El narcisismo”, compilado por Caparrós, (3): << Los estudios de mitología comparada (que comienzan sobre todo con Grimm), mostraron un período en el que la expresión lingüística era mitológica… muchos elementos denotativos, perdieron su significado concreto para, con una significación más abstracta, convertirse en mito. Los mitos preceden a la mitología, “los poderes de la naturaleza, que en el origen eran adorados como tales, se transformaron después en una familia de dioses >>. Müller, (4).

Caparrós, cita a P. Bercherie (1983): << La humanidad habría recorrido en el curso del tiempo tres sistemas intelectuales sucesivos, tres grandes concepciones del mundo: la concepción animista mitológica, la concepción religiosa y la concepción científica >>.

Lo que da sentido al mito, es su universalidad. Señalaré en este momento, que es algo inherente al género humano la fascinación y necesidad de relatos expresadas de diversas formas a lo largo de la historia.

2. Contra el determinismo psicológico de los mitos. El mito de Edipo.

Pensamos con palabras y en palabras. Las palabras y el lenguaje contienen nuestro pensamiento, son el cesto que intenta ser ampliado con el uso de metáforas en psicología. Las metáforas, los relatos literarios y mitológicos han supuesto y suponen, una ampliación del campo de pensamiento y han permitido formular hipótesis sugerentes, pero el paso del tiempo ha llevado a que el instrumento de la metáfora en lugar de ampliar el campo se convierta en reductor de nuestra mirada, en contenedor rígido que impide crecer, y supone un obstáculo para el progreso del pensamiento psicológico.<< Somos muy aficionados a usar metáforas para ampliar el campo, pero a veces las metáforas son tan seductoras que nos dejan encandilados, y no nos permiten pensar con libertad>>, Daurella en (5).

El más claro ejemplo es la obra de Sófocles “Edipo Rey”, cuya interpretación de esa historia fue utilizada por Freud, quien eligió el nombre de Edipo para denominar un conflicto psíquico supuestamente universal, por este autor. Posteriormente la teoría psicoanalítica trasladó los supuestos deseos incestuosos y parricidas de Edipo a todos los seres humanos, independientemente de su origen geográfico, tiempo histórico y aconteceres de su nacimiento, e infancia y condiciones de crianza y de medio y desarrollo cultural. Kohut en 1982, (6), fue el primero de una larga lista de autores psicoanalíticos que desde entonces han cuestionado esta interpretación del mito. Este mismo autor plantea su punto de vista a cerca de la relación entre generaciones como algo muy distinto a los conflictos entre padres e hijos, descritos por el psicoanálisis clásico como debidos a los impulsos incestuosos y parricidas de éstos últimos. <<Lo que es normal y humano, por tanto, es el predominio del apoyo a la siguiente generación y no las luchas, conflictos y mutuos deseos de muerte y destrucción, a pesar de que, frecuentemente, podemos hallar rasgos de productos de desintegración y que el psicoanálisis tradicional nos haya hecho creer que esto es una fase normal del desarrollo, una experiencia normal del niño. Es únicamente cuando el self de los padres no es un self normal, cohesivo, vigoroso y armonioso que el niño reacciona con rivalidad y una actitud seductora en lugar de con amor propio y afecto>>.

<<Desde el principio existe una limitación de nuestro potencial: un niño sólo puede convertirse en un ser humano. Edipo jamás hubiera podido convertirse en una mosca drosófila (cuando el espermatozoide de Layo penetró el óvulo de Yocasta, era imposible que se produjera un resultado cualquiera). Sin embargo, pese a estar condenado a ser un ser humano, habría podido suceder que nunca lo abandonaran, que nunca hubiese llegado a casarse con Yocasta, que jamás hubiese ido a consultar al oráculo de Tebas, y que, por consiguiente, jamás se hubiese vaciado los ojos. En cada uno de los encuentros de su existencia trágica, existía la opción de otro destino. Sólo los mitos confeccionan relatos determi¬nistas. En el mundo real, cada encuentro constituye una bifurcación posible>>. (1).

<<No creo que exista la psicología individual como una propiedad que pertenece al individuo por sí mismo, en sentido estricto, como le pertenece su ADN o el color de sus ojos. La mente humana, se configura y se modifica por la internalización de las interacciones con quienes nos rodean, desde el nacimiento hasta el final de nuestra vida”. “Toda psicología aunque pueda parecer individual es contextual. Todo fenómeno psíquico en un ser humano depende de la interacción entre la carga genética y los contextos en los que ha vivido esta persona”. (5).

Así mismo, la conducta de una persona variará también en ocasiones dependiendo del contexto, Sullivan afirmaba que no se puede decir de un determinado hombre que es cobarde o es valiente, sino que en tal o cual situación se comporta cobarde o valientemente>>. (7).

Así pues, si bien es cierto que el uso de relatos y mitos en psicología fue constitutivo de hipótesis sugerentes en su día, no es menos cierto que al final algunas interpretaciones de estos por autores de prestigio, han venido a transformarse en prejuicios difíciles de superar; pese a entrar en colisión con las aportaciones de la psicología del self, de la teoría de la intersubjetividad, de la teoría del apego, el psicoanálisis interpersonal y el psicoanálisis relacional.

La posibilidad de que encuentros significativos modifiquen positivamente una trayectoria infeliz o desgraciada, constituye un hecho científico admitido incontestablemente por la psicología contemporánea y es la base y justificación de la psicoterapia actual.

3. Sobre el mito de Narciso.

“No recibir nada del otro
sino lo que está en mí,
cómo si desde toda la eternidad
yo tuviera lo que me viene de fuera.”
Sócrates

Existen distintas versiones y distintas interpretaciones de cada mito.

Remontándonos al origen del mito de Narciso podríamos pensar en una antigua superstición griega, según la cual, mirar el propio reflejo podía acarrear terribles consecuencias (poder maléfico de las superficies brillantes recogido por Artemidoro, Pitágoras, Plutarco y el mito del espejo de Dionisos); pero la elección de Narciso para ilustrar la fábula, nos remite a otro aspecto citado por Hadot (8): <<el narciso, flor húmeda y fría, era propia de las divinidades subterráneas e infernales, asociándose a ritos funerarios>>.

El narciso es flor de muerte, subterránea, en la mitología. Plutarco cita sus propiedades narcóticas que seducen y fascinan pudiendo conllevar la muerte. Flores de muerte, sangre que da vida a la flor.., jacintos, crisantemos, violetas y anémonas, nacen, en manos de Ovidio (9), de sangre de dioses a modo de reencarnación. En el mito de las Moiras, la diosa muerte se convierte en su antítesis, la diosa del amor; <<la Afrodita griega no carecía de relaciones con el Averno… Y continúa, Todas las grandes divinidades maternales de los pueblos orientales, parecen haber sido tanto genitrices como destructoras>>. Se podría pensar que las elaboraciones del mito de Narciso, se tramaron en torno a esta flor-embrión, portadora de seducción y muerte.

Para Ovidio, el amor torturante hacia sí mismo es un castigo consecuente con su desdén hacia Eco. Se diría que el objeto rechazado induce al marasmo de la psicosis.

El arte también ha reflejado este tema, a través de una pintura encontrada en una galería de Nápoles. Filostrato describe en ella a Narciso muerto, retorcido, con un rictus espantoso. En los frescos de Pompeya, Narciso se desnuda para admirar sus formas en el agua.

En Dorian Grey, el héroe descubre su belleza en el retrato pintado por Basil. El agua irrumpe en el agua. Agua siempre vinculada a la reproducción, al nacimiento. Nacimiento de Dorian Grey, que da lugar a la muerte de su madre en el parto. Dorian arroja a las aguas a Ofelia, tras darle muerte y le dice a Emiliy: “Aquellos que se adentran bajo la superficie, corren grave peligro”.

Narciso encarna el atrapamiento sin salida, en la falsa creencia de no necesitar de nadie. La ilusión de ser independiente, de creer religiosamente no necesitar de nadie; la fascinación de la imagen, de la propia imagen; de la belleza sin límites, incuestionable, de la pureza; el ensimismamiento. Nos constituimos como nosotros mismos por los otros. El ser humano, es relación. Sin los otros, no hay auténtica vida. El amor a los demás nos salva y cuando nos atrapa, ya no queremos salir de él. El amor a los demás, encuentro con la realidad de la existencia de los otros como superación del deseo, constituye un momento decisivo de la evolución humana y supone la salida de la niñez psicológica y la entrada en la vida adulta psíquica.

El mito de Narciso, sirve de paradigma del atrapamiento-trampa de la imagen corporal. No hay salida en el ensimismamiento, la fascinación por la propia imagen (reflejo de su propia imagen). Con Wieseler (1856) Narciso es el exponente del puro amor hacia sí mismo. Y paradigma de la problemática derivada de vivir sin el oxígeno necesario de los otros. Cuando para constituirse a sí mismo, se toma el camino de prescindir de la existencia de los demás, de negarles su existencia y su derecho a opinar sobre nosotros críticamente, blindando nuestra imagen, se procede a un “asesinato básico”, donde Narciso y Anubis (dios egipcio) van de la mano. Caparrós: << En las etapas previas a la formulación de “Más allá del principio del placer” Freud aborda cuestiones relacionadas con la agresión: “En realidad se puede afirmar que los verdaderos prototipos de la relación de odio no provienen de la vida sexual, sino de la lucha del yo por conservarse y afirmarse” (“Las pulsiones y sus destinos”. 1915)>>. <<La pureza trae la crueldad, lo mismo que las nubes la lluvia>> Grunberg, (10). El blindaje de la propia imagen haciéndose y creyéndose autosuficiente e invulnerable a la crítica, (negando la existencia y la necesidad de los demás), tiene un precio, al margen de las grietas de esta posición (pues necesita a los demás como admiradores), sentirse muerto internamente. <<Durante mucho tiempo me he preguntado contra qué podía rebelarse un ángel si todo es perfecto en el Paraíso. Hasta el día en que comprendí que se rebelaría contra la perfección. La existencia de un orden irreprochable provocaba en él un sentimiento de no vida. La justicia absoluta, al suprimir el aguijoneo de la indignación, le entumecía el alma. La orgía de pureza le repugnaba tanto como una deshonra. Era pues necesario que ese ángel cayera para poner de relieve el orden y la pureza de los habitantes del Paraíso>>. (6)

4. El falso yo narcisista. Necesitamos un doble espejo.

La imagen que nos atrapa es consecuencia del resultado de la imagen propia, de una sola mirada que nos fascina, la nuestra; el complemento de la mirada-existencia de los demás, nos salva. El espejo también son los otros y debemos encontrar un equilibrio entre ambas imágenes. El verdadero self, es el resultado de la acción de dos espejos: el sustentado por nosotros, que nos devuelve una imagen parcial y el sustentado por los otros, donde me veo a mí con los otros, que completa el self. Prescindir de uno de estos dos espejos trae serios problemas.

El self auténtico es el resultado de la acción de estos dos espejos, nuestra propia visión- reflejo y la visión-reflejo de los demás. La ausencia de uno de estos dos espejos, entraña diferentes patologías y el narcisismo es la negación/ausencia del espejo-presencia de los demás, cuando la imagen que este nos devuelve no es halagadora o crítica, prescindimos de él o lo rompemos; si es circunstancialmente, lo denominamos actitud narcisista y si es un posición permanente, se prescinde de la opinión de los demás siempre, estamos ante un trastorno narcisista de la personalidad. ”El yo no es una estructura cosificada, sino un conjunto de funciones”, “No existe el yo individual, este es una entelequia; lo que existe es un yo-nosotros, un yo social desde el mismo nacimiento del sujeto” (5)

La imagen reflejo de vuelta en el espejo que se encierra en sí misma, que no se modifica-vivifica por la mirada-opinión de los demás, carece de oxígeno, se deteriora y muere (cuarto donde Dorian Grey encierra su retrato, reflejo de un yo ideal, que se resiste a la aceptación de la mirada crítica que da cuenta de la existencia de los demás y su opinión libre), atrapando y devorando/matando a Narciso y a los que se acercan demasiado a él; deslumbrados por su falsa imagen, sin conciencia crítica de lo que se esconde tras su imagen, en la profundidad de su ser, su profundo vacío y el remolino de sus aguas profundas que atrapa y devora a quien lo descubre demasiado tarde. Muerte que no supone triunfo simbólico alguno y no alumbra a ninguna nueva realidad, sino que lleva a la propia muerte y al fondo de las aguas.

Ovidio había incluido en su Metamorfosis el mito de Narciso. Paul Valery, quedó fascinado por este mito, al igual que el filósofo Gaston Bachelard quien hace un estudio sobre su significado en “El agua de los sueños”.

Mito de Narciso; mito orientador que nos servirá para adentrarnos en el análisis en trabajos futuros, en este blog de Psicoterapia La Sal, sobre la esencia de la sociedad actual basada en la imagen y las patologías psíquicas y sociales de esta verdadera epidemia cultural, narcisista.

BIBLIOGRAFIA

1. “Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida”. Ed. Gedisa.

2. López-Galán. S, (2007). “Mitología y psiquiatría”. Ed. Rey Ali.

3. Caparrós. N, (1992). “El narcisismo. Aportaciones teóricas y clínicas”. Quipú Ediciones. 48.

4. Müller, M. (1988). “Mitología comparada”. Edicomunicación. Lévinas, E. (1977) “Totalidad e infinito”. Ed. Sígueme, Salamanca.

5. Coderch de Sans, J. (2012). “Realidad, interacción y cambio psíquico. La práctica de la psicoterapia relacional II”. Ed.Ágora Relacional.
6. Kohut, H. (1982). “Introspection, empathy and the semi-circle of mental health”. Int. Psychoanal., 63: 395-408.

7. Sullivan, H. (1956). “Estudios clínicos en Psiquiatría”. Ed. Psique.
8. Hadot, P. (1976). “Le mythe de Narcisse et son interprétation par Plotin”. Nouvelle Revue de Psychanalise, nº 13. 50. Ovidio (1980).

9. Ovidio (1980). “Arte de amar y la metamorfosis”. Ed. Iberia. .

10. Grünberg, B. (1989). “New essays on narcissism”. FAB, Londres. Cyrulnik, B. (2002).

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