En un restaurante, uno de los comensales de la mesa de al lado busca la perspectiva más fotogénica para retratar su plato antes de comérselo y colgar la foto en Instagram. Paseando por la calle, una pareja que llevaba un buen rato sin dirigirse la palabra, de repente, se paran en seco y, sonriendo a cámara, se sacan una fotografía con el paisaje primaveral de fondo. Acto seguido, la foto ya está en su perfil de Facebook, lista para ser vista por todos sus seguidores.
Estamos más que acostumbrados a vivir día a día este tipo de situaciones. Las redes sociales han cambiado la manera en la que nos relacionamos con el resto. Se han convertido en una herramienta con la que podemos estar informados 24 horas al día de la vida de los demás, sin necesidad de conocerles o interactuar con ellos. Es una vía para estar conectados con las vidas de otros de manera inmediata. El problema comienza en el momento en el que el uso de las redes sociales afecta a nuestro comportamiento, carácter y autoestima.
Cada uno utiliza sus perfiles en redes sociales con distintos fines: estar conectados con amigos, mostrar sus viajes, vender un producto o un servicio, dar a conocer su trabajo… Para algunas personas, el número de seguidores y de “me gusta” de sus publicaciones en redes sociales influye de manera directa en su autoestima y en la percepción que tienen de ellos mismos.
¿Cómo puede ocurrir esto? La necesidad por conseguir el mayor número de personas que visualicen tu contenido y le den a me gusta puede generar ansiedad por la aprobación del resto. Además, de manera continuada estamos comparando lo que vemos en las redes sociales con lo que tenemos: cuerpos perfectos, ropa de marca, viajes de ensueño, relaciones perfectas, popularidad… y en ocasiones se puede llegar a confundir la vida real con la virtual.
Hay un alto porcentaje de adolescentes y jóvenes que tienden a valorar su propia autoestima según el número de “me gusta” que reciben sus publicaciones. Estas valoraciones positivas por parte de otros usuarios generan un efecto de aceptación social y sentimiento de éxito que influye directamente en su autoestima de manera negativa en el momento en el que no ocurre.
Aquellas personas que tienen una alta dependencia de las redes sociales, suelen dar una excesiva importancia a la opinión que los demás se forman de ellos según el perfil que muestran en Facebook o Instagram. Cuidan al detalle el tipo de fotografías que muestran y cómo lo muestran, siempre pensando de qué manera pueden agradar más a los usuarios que las van a ver con el objetivo de conseguir una mayor interacción.
Las redes sociales son una excelente vía para comunicarse con los demás e interactuar, pero no debemos perder de vista que no dejan de ser un canal social que no puede afectar a nuestro carácter ni autoestima.