Estamos en tiempos en los que necesitamos tener esperanza, ya que es imposible no sentirnos vulnerables ante esta situación que nos ha tocado vivir como sociedad.
Todo lo que conlleva la pandemia y el coronavirus nos despierta sobre todo la incertidumbre por no tener controlado nuestro futuro, no saber qué cambios se darán ni cómo. Este sentimiento, también puede ir acompañado por emociones como el miedo, rabia y/o la tristeza, pues nos estamos enfrentando también a la enfermedad y la muerte, que nos recuerda la fragilidad del ser humano.
La conexión entre el cuerpo y la mente es innegable, pero nosotro/as nos empeñamos en separar estas dos partes. La mente nos miente y nos dice cómo nos tenemos que sentir y qué tenemos que pensar (mayoritariamente dominada por el ego), distorsionando nuestra realidad.
Necesitamos trabajar el equilibrio entre cuerpo-mente-emoción, de manera que conectar con nuestro cuerpo en estos tiempos se vuelve algo prioritario, para saber estar con nuestras emociones reales (tanto agradables como desagradables) y volver a nosotro/as mismo/as fomentando sensaciones y sentimientos positivos como son la serenidad y el amor hacia uno/a mismo/a.
La psicoterapia corporal pertenece al enfoque terapéutico humanista y reconoce que todo lo que nos pasa a las personas nos pasa en nuestro cuerpo. Defiende la importancia de reconocer las emociones, sentimientos, tensiones… así como también dejarnos sentir aquellas partes nuestras que han sido reprimidas en el pasado y/o siguen siendo reprimidas en la actualidad.
A continuación, os explicamos unos ejercicios para tener esta conexión con nuestro cuerpo, los cuales pertenecen a la bioenergética, que es una psicoterapia corporal y ayuda a la consciencia y fomenta el flujo de nuestra energía vital.
Ejercicios para conectar con nuestro cuerpo
Calentamiento
Colócate de pie descalzo/a o con calcetines, sobre una esterilla o sobre el suelo. Apóyate sobre tu pierna derecha, eleva ligeramente del suelo el pie izquierdo colocándolo hacia delante y moviliza los tobillos haciendo círculos con el pie, hacia un lado y al otro.
A continuación, moviliza la rodilla haciendo círculos con la pierna, hacia un lado y al otro. Repite el ejercicio con la pierna derecha.
Ahora, apoya los dos pies en el suelo, flexiona ligeramente las rodillas y moviliza la cadera, puedes hacerlo en círculos, de un lado a otro, basculando la pelvis de atrás a adelante.
Continúa con las muñecas, muévelas en círculos como si bailaras sevillanas, mueve tus dedos también. Sigue con los hombros, rota hacia delante y hacia atrás. Mueve ahora tus brazos como si nadaras, haciendo amplios círculos.
Sigue movilizando el cuello, mira a la izquierda y a la derecha, haz círculos con la cabeza despacio. Moviliza la cara, haz gestos, saca la lengua, abre y cierra la boca…
Y una vez movilizado todo el cuerpo, sacúdete como si estuvieras mojado/a y quisieras quitarte las gotas de agua. Ahora puedes pasar al siguiente ejercicio.
Ejercicio básico de toma de tierra
De pie descalzo/a o con calcetines, sobre una esterilla o sobre el suelo, con las piernas separadas a la distancia de tus caderas, los dedos de los pies ligeramente vueltos hacia adentro, rodillas ligeramente flexionadas, pelvis neutra, hombros relajados y separados de las orejas, cabeza erguida con la mirada en un punto al frente, boca entreabierta con la mandíbula relajada.
Desde esta posición cierra los ojos, presta atención a tu respiración, ¿cómo es? Observa cómo entra el aire por la nariz durante la inspiración y lo dejas salir despacio por la boca.
Relaja tu mandíbula y deja la boca ligeramente entreabierta para facilitar la salida del aire. Observa cómo tu respiración se vuelve más lenta y profunda, llevando el aire al abdomen.
Y coge aire, retenlo dos o tres segundos (haciendo una pausa), suelta el aire, haz una pausa, vuelve a coger aire, haz una pausa, suelta… Y observa cómo está tu cuerpo mientras sigues este ritmo respiratorio.
No hay más que hacer, solo observar. Si te viene algún pensamiento, lo dejas pasar, no te enredas en los pensamientos. Puedes realizar este ejercicio durante unos minutos (5, 10, 15 o 20 minutos, mide tu límite).
Mantener esta postura puede ser un tanto difícil al principio, pero con la práctica se hará más natural y cómoda. Durante este ejercicio nuestro cuerpo nos mostrará ciertas tensiones y bloqueos que hablan de nosotros.
Importancia de la respiración
La respiración te centra en el momento presente. Es el ejemplo más evidente del continuo fluir de nuestro organismo. Obviamente hay más, procesos metabólicos, flujo sanguíneo, etc. Pero la respiración ofrece algo que el resto no, podemos ejercer cierto control y es más fácil de observar.
Automasaje tierno
Sentado/a en el suelo empieza a amasar suavemente tus pies, ejerciendo una presión suave y atendiendo a la sensación que va provocando. Continúa por las pantorrillas y los gemelos, muslos, nalgas, espalda (hasta donde podamos), abdomen, pecho, manos, brazos, hombros, cuello, cabeza y cara.
Ejercicios relajación de cuello
Colócate en postura de meditación, con los isquiones bien apoyados en el suelo y mantén la espalda erguida. También se puede hacer sentado en el borde de una silla.
Con las piernas formando un ángulo de 90 grados. Cierra los ojos, presta atención a tu respiración, coge aire por la nariz y lo dejas salir despacio por la boca, mantén la mandíbula relajada y la boca entreabierta para facilitar la expulsión libre del aire. Una vez conectes con tu ritmo respiratorio comienza a mover el cuello en pequeños círculos, movimientos lentos, sin perder el contacto con tu respiración.
Poco a poco vas a ir ampliando los círculos. A continuación, vas a ir parando unos segundos en las posiciones donde notes más tensión, y respira, atiende, ¿qué ocurre con la tensión cuando respiras?
Cuando termines tu recorrido por las tensiones de tu cuello continúa los giros muy despacio y ves haciéndolos cada vez más pequeños hasta colocar la cabeza erguida. Para terminar el ejercicio haz dos respiraciones profundas y abre los ojos poco a poco de abajo arriba.